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Associació Cultural Catalunya - El Salvador

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sant jordi desde el salvador

Por Wilbert Monterroza

Hoy 23 de abril se celebra en Catalunya el día de Sant Jordi, patrón de Cataluña, una antigua tradición que data del siglo XV y que ha venido enriqueciéndose con el paso del tiempo. Una fiesta en la que el amor cortés se representa regalando una rosa pero a la que, además, se le ha sumado la celebración del día del libro.

A continuación transcribo parte de la leyenda de Sant Jordi publicada en la web de la Generalitat de Catalunya:

Según la tradición popular, San Jorge era un militar romano nacido en el siglo III en la Capadocia (Turquía). El santo, que servía bajo las órdenes del emperador Diocleciano, se negó a ejecutar un edicto del emperador que le obligaba a perseguir a los cristianos y por esta razón fue martirizado y decapitado por sus coetáneos. Muy pronto se empezó a venerar como santo en la zona oriental del Imperio Romano y enseguida aparecieron historias fantásticas ligadas a su figura.

La gesta de San Jorge y el dragón se hizo popular en toda Europa hacia el siglo IX bajo el nombre de "Leyenda áurea" y fue recogida en 1264, por el arzobispo de Génova, Iacopo da Varazze, más conocido como Iacobus de Voragine. En esta versión, sin embargo, la acción transcurría en Libia. en el libro ’Legenda sanctorum’,

La versión de la leyenda más popular en Cataluña explica que en Montblanc (Conca de Barberà) vivía un dragón terrible que causaba estragos entre la población y el ganado. Para apaciguarlo, se sacrificaba al monstruo una persona escogida por sorteo. Un día la suerte señaló a la hija del rey, que habría muerto de no ser por la aparición de un bello caballero con armadura que se enfrentó al dragón y lo mató. La tradición añade que de la sangre derramada nació un rosal de flores rojas.

El Día Internacional del Libro, señalado por la UNESCO para esta fecha desde el año 1995, fue motivada, además de porque se conmemora la muerte de Cervantes y Shakespeare, entre otros, por la celebración de Sant Jordi en Cataluña. Y es que hoy, en Cataluña, los hombres regalan una rosa a las mujeres y ellas, a su vez, regalan un libro. Sant Jordi es, por lo tanto, la celebración del Dia del Llibre i de la Rosa.

En El Salvador también se celebra en estos días la semana de la lectura, buscando el enriquecimiento de nuestra cultura y también impulsar el maravilloso hábito leer. Un hábito que, por desgracia, goza de niveles aún muy bajos en nuestra sociedad.

Copio a continuación el horario de la fiesta prevista para el sábado 25 de abril en el Centro Español de San Salvador. Feliç dia de Sant Jordi!

 

11:00  - Exposición y venta de libros y artesanías
12:30 - Presentación del video infantil de la leyenda de Sant Jordi
15:00 - Representación teatral de la leyenda de Sant Jordi (Compañía Cuentatrapos)
16:30 - Danzas tradicionales

diario de un salvadoreño en barcelona (I)

por Arnoldo Pacheco

Llegué a Barcelona a mediados de octubre de 2008, teniendo un margen de dos semanas de adaptación antes de iniciar las clases del curso de postgrado en el que estoy matriculado, con la ventaja de que ,ya en el 2007, había tenido una estancia fugaz de doce días por estos lados.

Una de las cosas que debí aprender rápidamente fue el funcionamiento del transporte en la ciudad, ya que para movilizarme hacia la Universidad debía tener claridad sobre las rutas a tomar si no quería tener contratiempos y llegar cuando las clases ya hubiesen iniciado. Mi recomendación es tomar el metro siempre que tengas prisa. En cambio, si querés disfrutar del paisaje, lo mejor es el bus. Desde él se pueden ver diferentes tipos de arquitectura realmente sorprendentes.

El sistema de transporte está muy bien integrado. Eso sí, los precios son bastante elevados en comparación a El Salvador, pero a cambio se puede disfrutar de una buena infraestructura para metros, buses y ferrocarriles, con estaciones y paradas perfectamente señalizadas y, sobre todo, el factor seguridad, salvo que te encuentres con algún ebrio o carterista, está prácticamente garantizado. Pero no pasa nada. Nada que ver con la violencia que se vive en nuestro país.

En fines de semanas o tiempos libres hay una variedad de lugares que se pueden visitar. Podés ir en bus o metro, como mencioné anteriormente, pero para los amantes de cuidar la salud personal y el medio ambiente, está la opción de toda la vida de andar a pie y, si no, la bicicleta (hay carriles bici en muchas zonas de la ciudad y los podés usar con tu bicicleta o con una de las del sistema bicing).

De noche Barcelona tiene mucha vida, hay muchos sitios como bares de tapas (lo que serían nuestras “boquitas” en buen salvadoreño) y vinos, champagneria, discotecas... y sirven como puntos de encuentro para la sociedad barcelonesa, en la que confluyen personas de todo el mundo (por motivos de estudio, laboral, turístico o buscando oportunidades de una vida mejor, etc). Vale aclarar que aquí la hora de la cena es a las 10:00 p.m. por lo que las personas que van de fiesta o de reunión “quedan” a las 0 horas. Cuando el reloj marca esa hora se empiezan a llenar las calles y los metros de mucha gente, sobre todo jóvenes, como es normal.

En esta primera entrega no podré detallar todo lo que he vivido en 3 meses pero quiero dar un par de pistas de lugares que creo serán de su interés y que pueden visitar, no olviden hacer uso de la tecnología, a mi me ha sido de mucha utilidad el Google Maps y sobre todo la herramienta que han incluido del Street Viewer para no perderme e ir siempre con una orientación previa. Les recomiendo:Montjuic, el Parque Güell, la Sagrada Familia, la Barceloneta, la Villa Olímpica, las Ramblas, la Casa Batlló y la Pedrera.

Para los que buscan bares, de momento les recomiendo dos: La Ovella Negra y la Champagneria. ’Googleenlos” y sabrán cómo llegar. De momento no he encontrado nada con el concepto que maneja el Photo Café (galería de fotos + bar), y me han recomendado un par de salas de concierto pero aún no he tenido oportunidad de visitarlas.

Les será muy útil consultar los sitios de TMB (transporte público), el Bicing, Renfe (trenes en España) o Google Map. En próximas entregas escribiré con mayor profundidad sobre Barcelona y su gente, hablaré sobre las expresiones de solidaridad que he visto hacia El Salvador, viajes a otros lugares de Catalunya, las buenas amistades que he encontrado, dónde aprender catalán, dónde encontrar pupusas y muchos otros interesantes temas.

No olviden que, si vienen de El Salvador hacia Barcelona lo importante es aventurarse para conocer al máximo posible y no duden en estar pendientes de la programación de la ACCES y de organizaciones. Un fuerte abrazo solidario para todos y hasta la próxima entrega.

 

Arnoldo Pacheco es intérprete y cantautor salvadoreño.

los rojos, siempre los rojos

por Roberto Colorado

En la actualidad los medios de comunicación son considerados como un cuarto poder que ayuda a legitimizar un estado de derecho. Su rol principal es el de fiscalizar y dar a conocer a la población la realidad que se vive dentro de una sociedad, para poder generar y fomentar una opinión publica, pero especialmente para crear una conciencia social dentro de la población.

Sin embargo, en El Salvador, algunos medios se empecinan en ser entes oficialistas que desacreditan todo concepto ideológico que no sea afín al gobierno. Desafortunadamente los medios de comunicación, en especial El Diario de Hoy, jamás serán poderes que legitimicen la democracia en nuestro país, al contrario, se empeñan en opacar su imagen y de especial manera en desinformar a la población salvadoreña, ayudándose de la ignorancia política que se respira en El Salvador, la cual sin duda es fruto de la ardua labor y empeño que dicho medio se ha trazado a lo largo de muchos años.

Para muestra, el editorial del día 1 de Diciembre de 2008 (¿Tienes  una casa o un terreno? Los rojos siempre los roban) , donde se exhibe por escrito el terror y la frustración que a estas alturas de campaña electoral se vive por parte de los medios oficialistas del gobierno de derecha. No habiendo otra forma para cambiar las encuestas y sentir de la población salvadoreña se opta por el método tradicional: campaña sucia y de terror, mismo método que se ha venido utilizando en todas las últimas elecciones democráticas. No hay que dudar que el miedo a un próximo y necesitado cambio de gobierno resaltara la necesidad de comprar voluntades, plumas e ideas para manifestarlas de forma escrita en este medio de comunicación. No duden pues, que en lo que resta de campaña se verán editoriales desbocados y sin sentido provenientes desde distintos sectores y partes del mundo, desde pseudos analistas políticos, escritores o inclusive estudiantes de ciencias políticas de universidades inglesas. Por eso, de nosotros y de nuestra educación depende el dejarnos o no engañar.

qué yuca está todo

por Wilbert Monterroza

¡Sí, hombre! ¿Se han dado cuenta? Todo esta bien caro. ¡Juela! Yo no sé como le vamos a hacer. Y hoy con esto de las elecciones, unos tirándose con los otros... En fin, uno nuaya a quién creerle.

Pero bueno, yo creo que siendo un poco optimistas, el punto no es que la cosa esta yuca. Mejor preguntémonos: ¿y cuándo ha estado fácil? Nunca ¿verdad?

Los que Nacimos en los 80´s  tenemos recuerdos de la Guerra, de los toques de queda, del terremoto del 86, de la Ofensiva... Y ya en los 90, de aquel gran brote del cólera. ¡Ahhh, los 90! Cuando estábamos bichos y jugábamos escondelero, agarra la ayuda, pecado, etc. Definitivamente éramos felices.

De ahí lo del Huracán Mitch. Después Paquito nos metió la dolarización; en 2001, dos terremotos en un mes. Después el Huracán Adrián -que nadie lo vio pero todos fuimos al súper a dejar los ahorros- y hoy la gasolina que está bien cara y la lista sigue.

Cuando veo los tifones en Japón, las altas temperaturas y huracanes en los ’yunais’, digo: en comparación nosotros estamos en la gloria. Y es que los salvadoreños padecemos de ’quejitis aguda’, y pues no pretendo que seamos masoquistas ni huir de la realidad.

Sí, este es un país pequeño, superpoblado y tercermundista, pero es el trozo de tierra que tenemos. Aquí crecimos, nos enamoramos, echamos ’riata’ y pensamos tener familia. No es cierto que no nos vemos sin las pupusas, los frijolitos con plátanos y crema, el café con zemita mata-niño, los vaciles en el puerto y, como no, los partidos de la Selecta -porque la selecta nos une a todos: ponte la Azul-.

Todo esto es parte de lo que somos y ya. Sí esta yuca. Súper yuca. Y lo seguirá estando cuando llegue Don Mauri o el Ingeniero, pues lo que hace salir adelante al Pulgarcito, después de Dios, son las Ganas con “H” que le ponemos  y, como dice una porra que gritamos en el Cusca en aquella final del 2002 que le ganamos a México, que expresa muy bien lo que somos: El Salvador... es un país… chiquito... chiquito… ¡chiquitito pero cachimbón!

 

 

divertidas quijotadas

divertidas quijotadas

por Jasmine Campos

En un lugar de la Mancha, que cada vez está más cerca de todos, vive el personaje más escuálido, loco y querido de toda la literatura hispana: Don Quijote.

No recuerdo si fue gracias al programa de estudio o a causa de la teleserie de caricaturas del Quijote que presentaba la Televisión Educativa en los 80, pero en algún momento de mi infancia llegué a la fabulosa historia del caballero de la triste figura, parteaguas de la literatura en español.

Las páginas de esa extensa historia, que no tiene -pero sí tiene- dragones, espantos, gigantes y magia, me dieron lecciones de integridad, lealtad, justicia y valor. Cabalgando a Rocinante y siempre acompañado por su fiel escudero Sancho, las huellas del Quijote de la Mancha sobrepasaron hace muchos años las fronteras españolas para encontrar cabida en todas partes del mundo, ya sea al fiel estilo cervantino o a través de otras manifestaciones culturales, como es el caso de las Quijotadas de TIET, espectáculo que en el marco del mes dedicado al fomento de la lectura nos presenta la Coordinación de Letras de CONCULTURA.

Al estilo del cuentacuentos, sin telón y sin más escenografía que la imaginación, pero con mucha gracia y vitalidad, el elenco del Taller Inestable de Experimentación Teatral (TIET), conformado por tres artistas salvadoreños, recrea los episodios más emocionantes del hidalgo Don Quijote. El objetivo es presentar, especialmente al público infantil, la esencia de este clásico de la literatura universal. Flautas, tambores y una maleta repleta de personajes irrumpen en el escenario para crear un espectáculo en donde todos los presentes se contagian de la misma enfermedad que el Quijote: “imaginitis”.

Las risas aparecen desde el inicio y aumentan con las marionetas, los globos, la música y toda suerte de recursos empleados por los cuentacuentos para interactuar con el público. La jornada dura aproximadamente 45 minutos y cierra con la invitación para acercarse al texto de Cervantes, en un afán por dar vida tanto a los personajes como a las aventuras del Quijote.

El espectáculo continuará su gira los fines de semana de abril. El sábado 19 a las 3 PM en el Zoológico Nacional, el día 26 en el parque Saburo Hirao y un gran cierre el domingo 27 en el mirador de Los Planes de Renderos.     

Foto de Mónica Mejía (Centro Cultural de España)

te asaltaron

por Carlota Castellanos

Pensé que te habrían robado el carro y que te habrías dado cuenta al salir de una tasca, o de casa de alguien... Mi experiencia con carros robados se limita a un par de amigos que, víctimas de un maleante de segunda categoría, habían dado con su medio de transporte un par de días después, en otro barrio. Es por eso que te dije, en broma, que acababa de comprarme un carro igual al tuyo. Maldita la gracia.

Pero más que la historia, me han impresionado tus silencios. Justo cuando estabas llegando a casa, después de trabajar, te obligaron a punta de pistola a estirarte en la parte de atrás del carro. Y te putiaron. Y te golpearon. Uno iba tatuado, poca broma. Tuviste que darles todo todito todo: la laptop, el celular, el iPod que te había prestado un amigo, el dinero, las llaves de casa... Te salvó andar, como siempre, sin gasolina, así que tuvieron que soltarte unas cuantas cuadras más allá sin que pudieran llegar cumplir sus amenazas. Pero tampoco ante lo peor caíste en la tentación de creer en Dios, así que te has confirmado (en ateísmo), felicidades.

Solo y sin nada, en San Salvador, lo peor es enfrentarte a la dura realidad del miedo: mujeres que no quieren ni que te acerques, oídos sordos a tu "disculpe, acaban de asaltarme". Al final un vigilante te presta su teléfono y llamas a la policía. Pero ahora lo más urgente es cancelar tarjetas y contactar con alguien que pueda ayudarte porque -ya lo has comprobado- si no tienes nada, no eres nada.

Jamás imaginaste que poner una denuncia fuese tan ridículo. El agente parece no haber superado ni el noveno grado. ¿Cómo se escribe Hyunday? En la denuncia los acentos brillan por su ausencia; uno más de los incontables detalles que te llevan a confíar poquísimo en volver a ver tus cosas. De hecho a esas horas puede que el carro ya esté desguazado y repartido entre tres o cuatro talleres. O que lo hayan escondido en un almacén, para exportarlo. O que, después de ponerle gasolina en la Shell o la Texaco de tu colonia, ya hayan cometido algún delito con él... A saber.

Te has salvado, lo cual no es poco. Pero has perdido miles de fotos y documentos personales. Duele. ¡Y cuánto cuestan el carro y la laptop! Nadie te ha regalado ese pisto. Duele mucho. Ahora tienes miedo a volver casa y mañana, por supuesto, tendrás que tomarte el día libre en el trabajo para poder resolver los volados burocráticos. Pero bueno, al menos en esto sí, la denuncia te servirá de algo.

Con tanto tiempo para pensar -esperando en colas oficiales- y con tanta pregunta -demasiado morbosa para tu gusto, en ocasiones- te da por pensar que este país es una mierda y te invaden las ganas de abandonarlo. Sólo aspiras a encontrar un lugar tranquilo, un país normal. Pero en todas partes hay asaltantes, al fin y al cabo. Tal vez te conformes con un apartamento en esa zona de las afueras con perímetro amurallado y seguridad 24 horas...

Estás serio y no dices mucho pero tus silencios se entienden perfectamente. Sobrevuelan la indignación -a veces incluso el asco- y esconden flashes bien desagradables. No hay palabras. Pero puede que la semana que viene, cuando la cotidianeidad corra de nuevo por tus venas, te siga apeteciendo ayudar a cambiar este país. Y dentro de un mes, como mucho, volverás a defender con vehemencia que, a pesar de tantas cosas malas, El Salvador vale la pena. Porque lo que pasa aquí... vamos, ni Almodóvar.

miserias aeroportuarias

miserias aeroportuarias

por Carlos G. Cano

En casi todos los viajes largos suceden cosas: personas, sueños, casualidades, pérdidas... Pero desde el 11-S, cuando viajas en avión, suelen pasar más cosas y más surrealistas. A mí me ha tocado vivir tres o cuatro historias de ésas, ya. Lo que explico a continuación es una de ellas.

Al comprar el billete de vuelta San Salvador – Barcelona por Internet, me hizo mucha ilusión ver que sólo tenía que hacer una escala, en Ciudad de México. Pero cuando, al facturar, supe que en realidad sí había una más, “para pasar la aduana” en Madrid, imaginé que el chasco correspondería sólo a las habituales molestias aeroportuarias. ¡Qué ingenuo!

El primer vuelo salía de San Salvador a las tres de la tarde. Como, tras confirmar por teléfono un día antes, me instaron a facturar las maletas con tres horas de antelación, me entretuve leyendo el periódico en uno de los carísimos bares del aeropuerto –las únicas zonas en las que se permite fumar–, y comprando tabaco y ron en un “duty free”.

A México llegué de bastante mal humor pero el recuerdo de los “chilangos” con los que me había cruzado hasta entonces, me devolvió la sonrisa. Embarco de nuevo, destino Madrid. El viaje es larguísimo. Por suerte me toca un asiento situado junto a una salida de emergencia y puedo estirar las piernas, pero que después de un par de cabezadas, cuando para ti es de madrugada y ya estás muy cansado, de repente, al aterrizar, sea la hora de comer, trastoca bastante.

En Madrid un pasaporte español te ahorra algunas colas pero en el control de seguridad no hay tregua: –¿Lleva una botella en la bolsa, señor? –. Por muy intacta que esté, con factura del “duty free” y todo, la de seguridad señala apenada un tríptico de la normativa europea. Al parecer sólo se puede pasar con botellas compradas en aeropuertos de la UE, no de fuera. Pero me da una solución: invertir la hora y poco que tengo en coger el trenecito que me lleva de la T-4 satélite a la T-4, y facturar mi botella en la bolsa del ordenador portátil. Está bien...

Me arriesgo y aprovecho el trayecto para recolocar como puedo los paquetes en las cuatro bolsas que llevo. Al llegar al área de facturación, la empleada de Iberia me dice que no se pueden facturar botellas; que si se rompen pueden manchar otras maletas... Pero ante la oferta de envolverla en periódico y precintar manualmente una bolsa de plástico con cinta adhesiva, para luego meter todo en una bolsa de tela acolchada, diseñada para transportar portátiles, acepta.

Me pongo manos a la obra y, mientras tanto, la chica empieza a toquetear el ordenador. Le pregunto cómo voy de tiempo: parece que bien. Pero ¡sorpresa! Al parecer no consta que yo esté en Madrid. Claro, mi vuelo decía México – Barcelona; para nada mencionaba una escala en la capital de España... ¡Qué absurdo! En ese momento me acordé del Estatut, de Zapatero y la madre que los parió a todos. Pero la chica de Iberia, muy eficiente, insiste y decide consultar con su superior: va, vuelve... y no. Imposible.

El ordenador dice que no estoy en Madrid y en verdad, pienso yo, así debería ser. Pero tengo poco tiempo: le regalo la botella a la madrileña empleada de Iberia, que ha sido muy amable después de todo, y le explico que el ron es nicaragüense, de siete años... Ella lo agradece y se despide con un “de verdad, no puedo hacer nada”. –Ya lo sé, ya lo sé.

Vuelvo a coger el trenecito que me devuelve a la T-4 satélite, aprovechando el trayecto para poner de nuevo todo en su sitio, con más facilidad porque ahora hay más espacio. Antes de embarcar me fumo un cigarro en una de las zonas habilitadas –gratuitas– de Barajas, y pienso: si no hubiese tenido que hacer escala en Madrid, mañana podría brindar con Flor de Caña por mis aventuras. Pero en vez de eso brindé con cerveza y hablé de miserias aeroportuarias.

 

hablar también de los vacíos

por Jasmine Campos

La semana pasada se llevó a cabo el Segundo Congreso de Arqueología de El Salvador, una actividad que tiene nombre y apellido: Gregorio Bello Suazo, quien ha demostrado ser un dinámico director y promotor cultural. Gracias a él, el Congreso nació hace dos años y ahora, según las autoridades de CONCULTURA, tendrá una periodicidad bienal.

Este año, el Congreso reunió a académicos y especialistas en historia, antropología y arqueología provenientes de 32 instituciones y 18 universidades de diez países, entre quienes destacaban investigadores de primerísimo nivel.

Con semejante convocatoria, la actividad se abría como una excelente oportunidad para el diálogo y el intercambio, pero, como en todas partes, siempre hay un "detalle" y es que hay que hablar también de los vacíos.

En este Segundo Congreso fue obvia la ausencia de William Fowler de la Vanderbilt University (EE.UU.), quien estaba programado para participar con una ponencia sobre la Industria de Obsidiana en la Primera Villa de San Salvador. En el Congreso pasado, Fowler expuso los resultados de sus investigaciones de los últimos 20 años, bajo el título “La ocupación pipil de El Salvador en el postclásico temprano”.

En abril de este año, durante la reunión anual de la Sociedad Americana de Arqueología, en Austin, Texas, Estados Unidos, Fowler presentó un documento respaldado además por los investigadores sobre arqueología salvadoreña Payson Sheets, Wyllys Andrews y Robert Sharer en el que señalaba: “CONCULTURA ha entregado el control administrativo y el manejo de sitios crucialmente importantes a una organización no gubernamental. Algunos piensan que es una buena idea. Pero la organización está compuesta y dirigida por coleccionistas privados”.

Aunque el documento no acusa a nadie, sí plantea un llamado de atención, una “alerta” que provocó, como es de suponer, varias reacciones en el medio cultural nacional, pero luego el asunto, que al parecer sólo fue tratado por los protagonistas a través de un intercambio de mails y documentos, quedó congelado.

Considero que en el marco del Congreso, un espacio creado como “foros de intercambio de ideas y proyectos académicos de los cuales surgen diversas formas de colaboración inter-institucional y proyectos importantes”, y en el marco de la reciente entrega de los resultados de la Consulta Nacional, habría sido muy interesante contar con la presencia del Doctor Fowler y escuchar de primera mano sus opiniones, críticas y puntos de vista.

Después de todo, si lo que se habla en otras latitudes nos incumbe como sociedad salvadoreña, lo mejor sería propiciar espacios de diálogo dentro de nuestras fronteras y aprovechar el crecimiento que de ello se pueda desprender.

hace algunos días

por Jasmine Campos

Hace algunos días escuché en un telenoticiero las declaraciones que un funcionario hacía sobre la captura, en las cercanías de la UES, de Mario Belloso, acusado de asesinar a dos policías en medio de los disturbios en que terminó una manifestación el 5 de julio del año pasado.

El funcionario es un empresario de transporte convertido ahora en diputado, quien acusó a la Universidad de haber sido y seguir siendo "Santuario de la guerrilla".

El señalamiento captó mi atención, no sólo por su discurso polarizador y tendencioso, sino sobre todo porque desde la firma de los Acuerdos de Paz y a partir de la desmovilización de combatientes, ya no se puede hablar de guerrilla como una estructura existente.

En todo caso, lo realmente grave es la intención de descalificar a la entidad, que constituye la única institución pública de estudios superiores universitarios del país, que ha sido y es el santuario pero de generaciones enteras que buscan la formación profesional para insertarse en la vida económica, política y social del país.

Un ejemplo de su quehacer lo constituye el Segundo Encuentro de Historia de El Salvador, organizado por la Licenciatura en Historia de la Universidad y que convocó a unos 150 participantes de instituciones de Norte y Centroamérica, de la talla de los académicos José Antonio Fernández de la Universidad Nacional de Costa Rica, Gilles Bataillon del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, y Eusebi Fortuny Capafons de la Universidad de Lleida, España.

El primer encuentro tuvo lugar en 2003 y ha dejado como legado una publicación en la que se compilan las ponencias presentadas por sus participantes y que constituye una fuente de consulta sobre diversos temas histórico culturales.

Por segunda vez después de los Acuerdos de Paz, académicos de distintas disciplinas humanistas se reunieron en el Alma Mater para revisar importantes aspectos de la historia salvadoreña, abonando con ello a una mejor y mayor comprensión del actual El Salvador.

Lastimosamente, este tipo de actividades no captan la misma atención que los sucesos policiales, ni llegan a convertirse en comentarios de nuestros ilustres padres de la patria.

cuentos de claudia hernández

por Jasmine Campos

Nueve cuentos, breves pero exactos –sin frases de más ni detalles de menos-, narraciones con la dosis justa de palabras adecuadas para cautivar, inquietar y sorprender. Así es La Canción del Mar, de Claudia Hernández, que publicó como un regalo de fin de semana en la Revista Dominical de La Prensa Gráfica del pasado 10 de junio.

Historias en las que los protagonistas son seres con voces de lengua no audible, iridiscentes, similar a la del viento, silenciosas, susurrantes, reveladoras o que cantan “la canción de uno que se fue y no volvió jamás”.

Las primeras narraciones de Hernández corresponden no a su primer libro –Otras Ciudades (Alkimia, 2001)- sino a las publicaciones Mediodía de Frontera (DPI, 2002) y De fronteras (Piedra Santa, 2007), con cuentos en los que conviven la muerte, la locura y el dolor en un plano surrealista, a veces con humor, a veces con indiferencia.

Con Otras Ciudades y Olvida Uno (Índole, 2006), la autora nos va llevando por distintos lugares, situaciones, personajes y, sobre todo, nuevas maneras de contar. Sin duda, mucha agua ha corrido desde entonces. Ahora voces, sombras y seres fantásticos aparecen en estos cuentos en donde la luz adquiere significados diversos y en donde “un tiempo es todos los tiempos y un segundo es solo otro rostro para mirar la eternidad”.

Los niños aparecen nuevamente como los seres privilegiados que logran conectarse con otros mundos, otros seres, otras realidades, pero el lenguaje cambia y ahora ya no se trata sólo de imágenes que impactan, provocan e inquietan, sino de narraciones que “nos toman de la mano” para sumergirnos –o hacernos emerger- en un mundo de palabras que forman “un claro que no está hecho para ser andado con los pies”.

Disfruté mucho de estas narraciones y de reencontrarme con una autora –sin apellidos de joven, mujer o salvadoreña- que se reinventa con cada publicación, y si están buscando una buena lectura, encontrarán en Claudia Hernández (Premios Juan Rulfo y Anna Seghers) a una excelente opción, fresca, innovadora y creativa.

 

Lee la entrevista de Ruth Gregori publicada en elfaro.net

el centro cultural de españa en el salvador cumple diez años

el centro cultural de españa en el salvador cumple diez años

por Jasmine Campos

 

Sobre la calle La Reforma de la Colonia San Benito, se encuentra el Centro Cultural de España (CCESV), que nace como parte de la embajada española y que constituye actualmente uno de los espacios más importantes para la actividad cultural en San Salvador.

Recuerdo que cuando el Centro se inauguró, hace diez años, era básicamente un gran salón destinado a exposiciones, recitales y conferencias cuyo público dependía mucho del tipo de actividad que se organizara. Sin embargo, la infraestructura física y la oferta han crecido hasta convertirse en el espacio más importante para el intercambio cultural con España y en motor que dinamiza distintas manifestaciones artísticas en El Salvador.

Para ubicarles, geográficamente encontramos al CCESV en el corazón de una zona que alberga a los principales espacios culturales: Los museos de Antropología y de Arte, el Centro Cultural de México, el Centro de Estudios Brasileños, un pequeño circuito de galerías privadas y el Teatro Presidente. Frente a todos ellos, la carta de presentación del Centro es su variada programación, que con la llegada en 2005 de su actual director, Juan Sánchez, ha alcanzado su máxima expresión, apoyando incluso iniciativas que se llevan a cabo fuera de sus instalaciones y que han beneficiado a comunidades en Suchitoto, Santa Ana y el mismo centro histórico capitalino.

En el CCESV la jornada inicia con Punto de Música, una ventana alternativa que cada semana, en los horarios habituales de atención, permite a los visitantes escuchar un disco diferente de artistas de gran calidad, pero en muchos casos poco conocidos en El Salvador.

Los viernes, como una contribución al acervo cultural en un medio saturado por Hollywood, la sala de proyecciones del Centro presenta lo mejor del cine español.

Para las artes visuales hay dos salas que exhiben obra permanentemente y que se destacan por su empuje al arte joven, al emergente y a lo contemporáneo (aunque no estoy segura de las fronteras entre uno y otro en El Salvador). Aunadamente, esta el Premio de Arte Joven, que este año alcanza su octava edición y que ha sido vitrina de reconocimiento y promoción de nuevos valores artísticos.  

Cabe destacar que el CCESV es receptor de convocatorias, premios y becas que constituyen una ventana al mundo para académicos y artistas. Adicionalmente, encontramos la Mediateca, con internet, música, revistas, catálogos, libros, videos y periódicos que pueden ser consultados gratuitamente.

Todo esto sin mencionar actividades especiales dedicadas a celebraciones nacionales e internacionales, los ciclos de conferencias sobre distintos temas culturales, talleres, performance, charlas, presentaciones de libros y toda una amalgama de actividades que cubren los intereses de un público heterogéneo, pero en definitiva muy fiel a las convocatorias, pues por regla general cada evento tiene de mediana a completa asistencia.

Por todo ello, el Centro Cultural de la Embajada de España se constituye en el reconocido y oficial punto de encuentro de dos culturas, algo que sin embargo no debe solamente a su institucionalidad, sino que es la categoría otorgada por el público en respuesta a una labor en favor del arte y la cultura en El Salvador abonada con tesón y constancia.

Foto: Comunicación - Centro Cultural de España en El Salvador

el mozote

por Jasmine Campos

Esta semana llegó a mis manos una volante invitando a la conmemoración de las masacres de El Tenango y la Cuesta de Guadalupe, en Guazapa, al norte de San Salvador y de inmediato recordé la deuda que tengo con la más reciente exposición del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), intitulada “Luciérnagas en el Mozote”, que es una muestra documental con un fuerte componente artístico, sobre la masacre ocurrida en diciembre de 1981, hace ya 25 años, en una comunidad en Morazán.

Videos, fotografías e instalaciones conforman la muestra que, al igual que una publicación que cumplió ya 10 años, lleva el sello del MUPI y recoge las propuestas artísticas de Milton Doño, Natalia Domínguez y la argentina Claudia Bernardi, junto a fotografías de Carlos Henríquez Consalvi y Susan Meiselas tomadas en El Mozote a pocos días del hecho.

Una pequeña instalación que recrea el útero materno, nos permite ver un corto con el que Domínguez alude al lavado de manos de Pilato; la propuesta de Doño reúne una serie de diapositivas colocadas en una caja para lograr efectos de luz y percepción; y el trabajo más impactante es sin duda el de Bernardi, quien conoció El Mozote en 1992, como parte de la Unidad Antropológica Forense de Argentina, que realizó la exhumación en el sitio. Se trata de un trabajo multimedia que inicia con un audio, en el que la artista enlista a decenas de infantes víctimas de la masacre y que se sublimiza por las voces e imágenes de los niños y niñas repobladores de El Mozote, proyectadas sobre ropas blancas de talla infantil que cuelgan vacías en el aire, como el máximo símbolo de las vidas inocentes que se perdieron en la acción.  

El primer contacto que tuve con los sucesos de El Mozote fue a través del testimonio de la única sobreviviente de la masacre, Rufina Amaya y de los periodistas Mark Danner y Henríquez Consalvi, recogidos en la publicación del MUPI “sin espíritu de venganza, sin intolerancia ni odios, preservando la memoria histórica para que nunca más se repita la locura de El Mozote”.  El contenido fue tan impactante, que sólo de escuchar sobre la muestra se me erizó la piel. Sin embargo, en la exposición la experiencia es catalizada por el arte y se presta para reflexionar, no sólo sobre la locura de la guerra que vivimos en El Salvador, sino sobre el más puro concepto de la paz y la dignidad humana.

el midas literario

por Jasmine Campos

En el campo cultural, 2006 cerró con la buena noticia para la cultura salvadoreña del otorgamiento del premio internacional Adonáis de Poesía, que en su sexagésima edición gana el joven escritor Jorge Galán, con su obra “Breve historia del alba”.

Galán, quien es autor del poemario “El día interminable”, que publicara la DPI en la colección Nueva Palabra, ha publicado mucho menos de lo que ha ganado, tal y como lo compruebo a continuación: al premio Adonais se une al Gran Maestre en la rama de poesía, que le otorgara CONCULTURA en el año 2000; el premio de cuento Charles Perrault de Alianza Francesa 2005; lleva además dos premios de novela corta en los Juegos Florales de San Salvador; y en 2006 obtuvo el Premio Nacional de Teatro Infantil y el Premio de Quetzaltenango en Poesía.

Pero en su conjunto, estos premios nos hablan no sólo de una calidad literaria probada sino también de una búsqueda, de una disciplina y hasta de cierta genialidad -para retomar un concepto que no hemos aplicado en la literatura salvadoreña desde hace décadas- y es que parece que Galán es el Midas de la cultura salvadoreña -y no creo exagerar pues todos sus reconocimientos llegan en una trayectoria de apenas trece años- pero con los pies en la tierra y “sin falsa modestia” como lo dice él mismo, me aclaró en una reciente entrevista “soy un escritor que escribe poesía”, diferenciándose con ello de quienes él considera Poetas. 

El Premio Adonáis es el máximo galardón internacional que Jorge Galán ha recibido hasta el momento y es una feliz noticia para el país, pues la aproximación más cercana de un salvadoreño a este premio data de 1966, cuando José Roberto Cea ganó un Accésit por Códice Liberado.

El poemario ganador “Breve historia del Alba”, está conformado por 36 poemas en los que el autor emplea tanto el alejandrino, como el soneto y el verso libre. En los versos, la naturaleza es el vehículo que nos permite transitar por un mundo interno, expresado de manera sutil y precisa por el autor, quien goza de una fina pluma tal y como lo podrán comprobar con la edición que, como parte del Premio Adonáis, publicará en el primer trimestre de este año Rialp, conservando el título original: “Breve historia del Alba”.

El Gran Maestre, el Premio de Quetzaltenango y ahora el Adonáis son galardones que premian una trayectoria corta pero constante y que sobre todo validan el ejercicio literario de quien con su disciplina y talento se ha convertido en un ejemplo indiscutible de la literatura nacional contemporánea.

burbujas en el desierto

por Luis Alemán

“Creí que El Salvador no estaba tan modernizado. Había escuchado por televisión que sólo era un pueblito”. Eso fue lo que dijo Camaguey, periodista portorriqueño, en su primera visita al país más pequeño de América.

Pero lo que más le sorprendió hace cuatro años, mientras cubría los Juegos Centroamericanos, fueron los malls, o centros comerciales, como los llamaba este boricua. “Creí que aquí no existían”, decía al adentrarse en Metrocentro.

Se volvía loco. Para él los shopping malls eran un referente del primer mundo. Pero si mi amigo decidiera regresar al país, se quedaría aún más sorprendido con los nuevos malls de El Salvador: La Gran Vía (2005), Multiplaza (2004), Las Cascadas (¿¿??)... Burbujas blue dentro de un país del tercer mundo. Escapes de la realidad. Opio del pueblo.

La nueva droga

Hace una década, recién terminada la guerra, a pesar de que, desde 1989, El Salvador había dado un giro hacia la política neoliberal, y que Metrocentro, el centro comercial más concurrido, llevaba 30 años abierto, la cultura de los malls aún no se había impuesto.

El país se dolarizó en 2001. La inflación subió... Pero paradójicamente la gente acudía cada vez más a los lugares de consumo. Las reuniones en los parques, el centro histórico o las casas comunales de los barrios, fueron disminuyendo hasta desaparecer. La gente prefería reunirse en el shopping mall. Y como la droga, que tiene por adictos, en su mayoría, a personas jóvenes, los malls envolvieron con su efecto alucinógeno a las nuevas generaciones, ofreciéndoles refugio en tiempos de mucha violencia, con un promedio de diez asesinatos diarios.

En el centro comercial se pude conocer Italia a través de Benneton; España en los ojos de Inditex y sus marcas Zara, Bershka y Pull and Bear; Nueva York en la tienda Kenet Cole... Quizás por eso la cultura mall y su toque cosmopolita llame tanto la atención. La gente busca un lugar en el que pasar todo el día comiendo, visitando el cine, tomando café y recibiendo un masaje... Porque fuera del perímetro hay inseguridad, pobreza, desempleo, realidad.

La clases media y baja son la que más gustan de este escape. Y coincidentemente, éstos son los sectores que más remesas familiares reciben, en especial de Estados Unidos. Los más de tres mil millones de dólares que el año pasado llegaron a El Salvador vía remesas familiares, seguramente acabaron en los malls y se fueron nuevamente, en su mayoría, con las franquicias norteamericanas. Dinero de paso, no productivo; dólares para el consumo, sólo para eso.

Construcciones en el desierto

Grupo Roble, el encargado de la construcción de los mega centros comerciales en El Salvador, ha llevado estos mismos proyectos millonarios a Guatemala, Costa Rica, Panamá, Nicaragua y Honduras. En total, 18 centros comerciales.

Mi colega Camaguey no estaba equivocado al pensar que estaba en un país del primer mundo. Los estándares con los que están construidos los malls salvadoreños constituyen un espejismo de la realidad. Una burbuja sostenida económicamente por las remesas, en la que todos consumen.

Así, si hacemos un zoom out y observamos los mega malls desde la atmósfera, veríamos un espejismo en el desierto. La Gran Vía y Multiplaza, de hecho, literalmente son eso. Construidos en una de las zonas verdes más importantes del país: la finca El Espino, las obras se iniciaron sin reparar demasiado en permisos legales ni posibles daños ecológicos, y en nombre del desarrollo que se mide con espejismos, ahí siguen.

Pero Camaguey, fuera de la burbuja, la cosa es diferente.

Benjamín Saúl

Benjamín Saúl

por Jasmine Campos

La Sala Nacional de Exposiciones de San Salvador mantendrá abierta hasta el 14 de enero, la exposición de escultura del maestro español Benjamín Saúl, piedra angular en la historia de la plástica salvadoreña.

La muestra fue inaugurada en el marco de la tercera edición del Festival Escultura es Cultura, organizado por el grupo THEA Escultores, que clausuró oficialmente la edición 2006 el pasado 30 de noviembre, pero que decidió prorrogar la exposición de Benjamín Saúl debido a su importancia.

La muestra reúne bocetos del artista, reproducidos por los miembros del grupo THEA en las paredes de la Sala Nacional y una colección de piezas en bronce, inspirados en el mar y la figura femenina, que pertenecen a la viuda del escultor, María Esther Méndez.

Nacido el 27 de junio de 1924 en Monforte de Lemos, provincia de Galicia, al norte de España, Benjamín Saúl creció siendo el hijo menor de una familia dedicada a la cerámica. Estudió en la Real Escuela Superior de Bellas Artes “San Fernando” en Madrid y junto a José Planes. Gana su primer premio en 1949, en el concurso de las Cuatro Escuelas Superiores de España con la obra en terracota “Cabeza de mujer”.

Su destacada carrera lo llevó de España a países como Italia, Francia, República Dominicana y El Salvador, en donde se afincó desde finales de 1963. Aquí ocupó diversos cargos culturales y universitarios, pero el más importante es el de la Dirección de la Escuela de Artes Plásticas, desde la que dinamizó la actividad escultórica del país.

A Saúl se le reconoce como un enamorado de la figura humana, especialmente la femenina, aunque su obra monumental localizada en diversos puntos del país, aborda distintos temas, como por ejemplo: las tres figuras de bronce del Parque Central de Zacatecoluca, dedicadas al prócer José Simeón Cañas; y el “Monumento al mar”, hecho en piedra artificial y ubicado en el redondel frente al antiguo edificio de la Embajada de Estados Unidos.  

La exposición que ahora se exhibe en la Sala Nacional constituye un reconocimiento al talento artístico y a la labor formadora, que convirtieron al escultor gallego en una figura sin precedentes y un parte aguas en la historia de la plástica salvadoreña, cuyo capítulo cierra en 1980, cuando se suicida a los 56 años de edad, pero que llega a las nuevas generaciones gracias al legado inmortal del artista.

Trilces trópicos: Una editorial, una antología

por Luis Alvarenga

Recientemente se presentó la antología Trilces trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador, compilada por el poeta y editor catalán Joan de la Vega, en la editorial La Garúa. La literatura centroamericana gozó de una atención importante en los años ochenta, por razones que nada tenían que ver con la propia literatura. El que la poesía salvadoreña y nicaragüense hayan sido el objeto de una antología en España debería ser llamativo. ¿Qué es La Garúa y qué significado tiene esta selección de poetas de dos países centroamericanos?

La Garúa

Garúa es una llovizna fina en algunos países sudamericanos, pero también es la editorial que dirige Joan de la Vega, poeta nacido en 1975 (que, por cierto, no se ha valido de su proyecto para autopublicarse. Sus títulos han visto la luz en otras editoriales). Un joven poeta catalán convertido en editor es algo que no debe extrañar a nadie. Cataluña, y en particular, Barcelona, tiene una rica tradición editorial, en la cual han sido muchas veces escritores, o personas con una gran sensibilidad hacia la literatura, los que han impulsado proyectos editoriales independientes que, con el tiempo, se han convertido en grandes editoriales, particularmente en los años de declive del franquismo. Pienso, por ejemplo, en el escritor Carlos Barral, uno de los artífices de la difusión en España de grandes nombres de la literatura latinoamericana, en Ester Tusquets y en otros más. De la Vega no hace otra cosa que ratificar una tradición catalana. Esto es lo que hay que considerar al pensar que La Garúa es una editorial independiente en un medio editorial sumamente exigente. Y no es que con esto se dé por descontado que la editorial dirigida por Joan de la Vega es buena. Hay que remitirse a la trayectoria de la editorial y luego sacar conclusiones.

Las ediciones de La Garúa comenzaron en 2004, con tres títulos de poesía, los tres de excelente factura, tanto como objetos (el trabajo editorial no es únicamente levantar textos, sino crear soportes para la lectura) como por su contenido: Iconograma, de Màrius Sampere; Una extraña alegría de vivir, de Sandro Penna y Los bosques de Wisconsin, de José Antonio Arcediano. Ninguno de ellos es un joven amigo del joven editor; por el contrario, se trata de figuras importantes de la poesía catalana e italiana.

Joan de la Vega se ha preocupado mucho por enterarse de qué se está escribiendo en Latinoamérica. De ahí que La Garúa haya organizado un certamen de poesía hispanoamericana, en el cual la salvadoreña Krisma Mancía fue la ganadora, con Viaje al imperio de las ventanas cerradas. Naturalmente, La Garúa le publicó el volumen.

Trilces trópicos, una antología de poesía salvadoreña y nicaragüense

No es de extrañarse, entonces, que De la Vega haya acometido la tarea de hacer una antología de la poesía de El Salvador y Nicaragua. El resultado es el libro Trilces trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador. Los poetas nicaragüenses son, en orden de aparición, Camilo Amaru Abarca, Héctor Avellán, Ezequiel d’León Masís, Francisco Ruiz, Eunice Shade y Douglas Téllez; los salvadoreños son, citando en idéntico orden, Luis Alvarenga, Carlos Clará, Alfonso Fajardo, Jorge Galán, Osvaldo Hernández, Krisma Mancía, Nora Méndez y Susana Reyes.

En mi caso particular, De la Vega mantuvo una comunicación estrecha a lo largo del proceso editorial. Me pidió una ficha biobibliográfica, de tal manera que lo que aparece en el libro no es invento o error de nadie. Además, al tener en sus manos la primera versión del texto diagramado, tuvo el cuidado de enviármelo en formato PDF, para que lo corrigiera. Supongo que tuvo con los autores ese mismo cuidado, lo cual confirma que La Garúa puede ser una editorial independiente, pero no por ello menos profesional.

En el prólogo, De la Vega considera que el acercamiento a la literatura hispanoamericana ha sido sesgado, dirigido “únicamente a consolidar una moda o a un grupo afín a una determinada estética para excluir y perjudicar la opuesta, en caso que la haya. En lugar de radiografiar con un tajo transversal el panorama literatito suele prevalecer la impronta subjetiva con e fin de perpetuar determinados grupos generacionales de poder y sumar nombres a su estética con la intención de refrendarla. […] De este modo se explica la llamativa ausencia de autores latinoamericanos nuevos en el panorama editorial español. A esto se suma la dificultad que supone averiguar de primera mano las tendencias o voces que están surgiendo en estos momentos desde cada uno de los puntos del vasto continente. Se debe lamentar, entonces, esta situación de desconocimiento mutuo, de ausencia de puentes entre autores jóvenes españoles y centroamericanos, a pesar de los nuevos canales de comunicación en red” (pp. 7-8).

 

El antólogo no da una valoración general de los poetas incluidos en el volumen; únicamente se limita a afirmar que “los autores que componen este compendio no responden a un simple perfil pseudoizquierdista con el que nos hemos acostumbrado a observar y catalogar a los autores americanos. Superado ya el caudillismo postrevolucionario, y gracias a una nueva óptica, desasosegada y autocrítica, próxima a la más alta tradición literaria, es destacable en estos escritores jóvenes su capacidad de renovación y transgresión líricas” (p. 9).

No estoy en posición de valorar la selección; lo que puedo decir es que resulta interesante la visión de alguien que se encuentra ajeno al medio cultural local y que no está condicionado por el mismo. A lo mejor, los autores seleccionados, sin excepción, todavía no han desarrollado a plenitud sus elementos más prometedores —y esto lo escribo, no como reproche a De la Vega, pues no tengo nada que reclamarle: al contrario; sino como autocrítica— y que hay mucho trabajo por hacer, sin descartar, por supuesto, los logros de cada cual. Los más viejos de los autores antologados  rondan los treinta y siete años; los más jóvenes no llegan a los treinta. La poesía es una cuestión de constancia, de tal manera que un poeta de cuarenta años está empezando a escribir.

El trabajo de Joan de la Vega resulta importante para difundir la poesía salvadoreña y nicaragüense en España. El libro suscitó un comentario parco y un tanto acre en El País, pero el comentarista tuvo un acierto: destacó entre toda la selección los méritos de la obra de Jorge Galán, lo que prueba que una antología es una botella al mar, la apuesta personal del antólogo para el futuro. También es una oportunidad para que en los dos países centroamericanos se conozca lo que se está haciendo en el otro país, pues el desconocimiento es todavía mutuo, pese a la cercanía geográfica. Trilces y tristes trópicos.

(publicado en el suplemento cultural Tresmil del Diario CoLatino el 28.10.06)

primeras impresiones en El Salvador

por Andrea Bilbao

Mi avión aterrizó en San José de Costa Rica un viernes, en tres días tenía que llegar a El Salvador. En vez de “agarrar” un cómodo autobús, con aire acondicionado y asientos reclinables que recorre Centroamérica en un día, pensé hacer el viaje por mi cuenta.

Nueve autobuses y 57 horas más tarde, llegaba a la frontera de Honduras con El Salvador, un asombroso pasadizo lleno de gente, cambistas que te acosan a cada paso, vendedores ambulantes de todo tipo, pupuserías, niñas con baldes de agua y gaseosas sobre sus cabezas... y ni rastro de puesto fronterizo.

Nadie sabía dónde tenía que sellar mi pasaporte: “ay mire que no sé seño, pregunte un poco más adelante”. Por fin, un imponente policía armado con un todavía más imponente fusil M16 me registró las maletas, examinó concienzudamente mi pasaporte, miró repetidas veces la foto y mi cara, mi cara y la foto y me preguntó tres veces si yo era española.

Después, impasible, me dijo que de sello nada, que Honduras y El Salvador habían firmado un convenio y que podía circular entre los dos países sin ningún tipo de trámites. Mi espíritu aventurero estaba por los suelos.

La llegada a San Salvador fue aún más intimidante. La estación de oriente es un enorme laberinto de puestos de frutas, zapatos, maquillajes, ropa. Todo el mundo grita, los autobuseros, “San Miguel, San Miguel”, los vendedores “a cora, a cora, a cora”, los taxistas, los niños. Allí pude agarrar uno de los autobuses suicidas que recorren la capital, saltándose semáforos, adelantando sin compasión, invadiendo carriles contrarios, circulando a 120 km por hora… y todo a ritmo trepidante de reaguetton.

Cada vez que te levantas un par de minutos antes para que el conductor vea que efectivamente te quieres bajar en la próxima parada, paradas misteriosas que nunca están señalizadas pero que todo el mundo parece saber dónde están, es como estar en una de esas tazas volantes del parque de atracciones, agarrándote con fuerza a las barras del autobús y concentrándote para no soltarte y caer encima de alguna de las señoras sentadas.

Al pasear por las calles de la ciudad te das cuenta de la sensación de miedo que invade a toda la población salvadoreña. En cada esquina, guardas armados con fusiles, pistolas 9 mm, M16, custodian cada metro cuadrado de la capital. La delincuencia en este país es ciertamente espeluznante, 10 homicidios diarios, robos, violaciones, extorsiones, secuestros, que los medios de comunicación se encargan eficazmente de airear.

Sin embargo, todo parece resumirse al fenómeno de las maras. Un clima de terror del que están sacando tajada las empresas de seguridad, que han aumentado de 130 a 340 en los tres últimos años, y como no, el gobierno, que promueve planes como “el súper mano dura” o llega a plantear la necesidad de un toque de queda en las principales ciudades para evitar la delincuencia.

En poco tiempo te das cuenta de que excepto la “burbuja universitaria”, reducida, el resto de gente joven sólo tiene una posibilidad de futuro: emigrar a los Estados Unidos. El cuñado de Xochilt, una de mis compañeras en la Secretaría de Comunicación, emprendió el viaje hace dos meses. Primero Guatemala, después llega la frontera con México, “ahora está ya en Oaxaca”, y después silencio.

Un enorme operativo de la policía fronteriza ha detenido cerca de 200 emigrantes centroamericanos en Oaxaca. Les torturan, les roban el dinero que traen consigo, violan a las mujeres. Mandos policiales reconocen a los diarios que hay policías que se desplazan a la frontera durante esas redadas para aprovecharse del botín y sacar un extra sueldo.

Xochilt no sabe nada ni de su cuñado ni de su amigo, “pero yo creo que ya habían pasado Oaxaca”, dice. Carlos emigró a Los Ángeles hace dos años con su hermano. A los dos meses, le deportaron. Ahora trabaja limpiando un hostal y llevando a gente en un pick up de vez en cuando. Debe todavía 2500 dólares del viaje y sueña con volver de nuevo a los Estados Unidos. Su hermano sigue allí. Trabaja en una fábrica textil de 6h de la mañana a diez de la noche, los siete días de la semana por 7 dólares la hora. “Trabaja mucho, pero por menos envía dinero a casa”.

Parece un guión sacado de una película de Ken Loach, pero desgraciadamente, esta es la historia cotidiana de muchas familias salvadoreñas.