entrevista a Alejandro Zapico
Alejandro Zapico es un fotoperiodista asturiano al que no le importa tomar partido. Habla de sus viajes a Irak, Afganistán, Palestina, el Sáhara, Méjico... y nos cuenta cómo ha sufrido en carne propia la sombra que, en ocasiones, los medios españoles proyectan sobre lo que acontece en medio mundo. Por eso publica más allí que aquí.
Pero la frustración no ha conseguido doblegarle. Al contrario, le da fuerzas para seguir inmortalizando conflictos y esfuerzos humanitarios, hechos que, aunque resulte un tanto extraño, suelen ir de la mano.
En "Maras" contempla tres puntos de vista: el del joven que lucha por vivir al margen de ellas, el de las asociaciones que trabajan en pro de la reintegración, y el de Cardona, ex-jefe (según dice) de la 18 en Guatemala. Se proyectó hace unos días en l'Alternativa de Barcelona, y en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
¿Qué te ha parecido que hayan seleccionado “Maras” en l’Alternativa?
Sorprendente, la verdad, porque no pretendía ser un documental sino más bien algo de información para trabajar con mis fotos y mis textos. Pero se barajó la idea recopilar un par de historias para conseguir financiación, se montó y, por probar, mi representante decidió enviarlo al Injuve. Ganó el premio y a partir de ahí decidimos seguir adelante, pero siempre pensando en el largo que queremos hacer en Guatemala, con un equipo profesional.
¿Hacer el documental ha cambiado tu concepto de las maras?
Hombre, llevábamos dos años trabajando este tema, hay muchas cintas grabadas.. Hemos hablado con mareros, policías. Me informé mucho antes de ir a Guatemala... Pero todo cambió por completo al llegar allí. Aunque en éste no haya cabido, por ser un corto, algunas partes hablan del respeto a la mujer, de los códigos de comportamiento con la familia... Tengo casos documentados, por ejemplo, en los que a un marero, por pegar a su mujer, le dan una paliza de muerte y se pasa dos meses castigado sin poder salir de casa.
Esta idea rompe con la imagen que los medios han mostrado de las maras: la de que asesinan, violan, asaltan trenes... ¿También has visto esta otra realidad?
Sí, desde luego no son hermanitos de la caridad. Son asesinos usados, principalmente, por las redes de narcotráfico. Porque son gente muy violenta y organizada... Buena mano de obra. Así que no es tan extraño que tengan prohibido tomar droga. Si no el narcotráfico no les utilizaría...Ellos defienden los barrios que controlan. La violación, por ejemplo, está penada por la muerte. En cambio salen a violar a las mujeres de la otra banda. No quiero que dar la sensación de que son buena gente, no lo son. Pero sí que se entienda el contexto en que se mueven, en el que si no perteneces a una banda, no tienes protección. Y si quieres salirte, en cualquier momento te pueden matar, porque tienes muchos enemigos.
¿Por qué elegiste Guatemala y no Honduras o El Salvador?
En primer lugar porque tengo una gran conexión con México, donde he trabajado mucho tiempo, y me era más fácil hacerlo allí. Pero sobre todo porque aún no existe una ley anti-maras y creí que iba a encontrar más cosas que en El Salvador, donde la gente ya no se tatúa porque saben que pueden tener problemas, y donde nadie sale a la calle reconociendo abiertamente que son mareros. En Guatemala sí.
¿Hacia donde crees que va el fenómeno de las maras?
Cada vez van a estar más utilizadas por el narcotráfico. La cifra de muertes por arma de fuego, de 6 ó 7 personas cada semana, irá aumentando. ¡175.000 mareros! Probablemente traspasará fronteras y llegará a Europa, como con los Latin Kings en Madrid, que son meros imitadores, no las maras de América Latina, pero pueden llegar a serlo. Hay que atajar el problema rápidamente, y no con represión policial o liquidándolos, como está haciendo el Gobierno de Guatemala... Hay un grupo de exterminio que está eliminando mareros y esto no hace más que agravar el conflicto. Además los mareros tienen mejores armas: el narcotráfico les das todas las que quieren.
¿No te dio miedo acercarte tanto?
Sí pero cuando uno trabaja como periodista tiene que dejar todo a su disposición, a veces hasta la vida. Te sientas, negocias... Yo me acerco a Cardona, el jefe de la 18 en Guatemala, y le digo: “mi vida está en tus manos; si quieres robarme, hazlo ahora, no dentro de quince días, cuando haya trabajado contigo y tenga el material. Sé que mientras esté contigo dependo totalmente de lo que quieras”. Intento ser claro con ellos... Han visto el documental antes de exhibirlo en cualquier sitio; creo que era justo. Y me han dicho: “sácalo, queremos que se vea”. La policía no lo ha visto, claro.
Uno de los testimonios del documental hablaba de la cultura hip-hop... ¿Existe de verdad una alternativa a las maras? ¿Funcionan las organizaciones que reintegran a los ex-mareros?
Hay estadísticas que confirman que los que se acercan a estas organizaciones consiguen salir. Cuando alguien quiere hacerlo, se reúnen con las maras y hacen de intermediarios. Hablan con los jefes, intentan mediar para conseguir una pista de baloncesto en el barrio, o un cine... Y empiezan a ser amigos. El problema no es tanto que te dejen salir, como que la banda rival te liquide. Si tú has encontrado a Dios o quieres llevar otro tipo de vida, y no vas a delinquir, la banda lo respeta, pero el día que hagas daño a alguien, irán a por ti.
En Ripollet se dijo que, a diferencia de los movimientos armados surgidos en los 60, las maras carecen de contenido intelectual, pero que son tan numerosos que podrían llegar a tener representación parlamentaria...
El marero ya no se tatúa, no viste como solía hacerlo, ni escucha hip-hop en la calle. Claro, si se organizaran, 175.000 mareros en un país de 11 millones de habitantes, como Guatemala, podrían llegar a tener poder político. En todo caso, con respecto a la ideología, he hablado con tres o cuatro cabecillas, y entendían muy bien las cosas. Sabían por qué eran mareros y tenían un discurso muy estructurado, no eran unos cualquiera.
¿Por qué en Guatemala aún no se ha aprobado la ley anti-maras?
Por la presión internacional, porque no ha funcionado en otros países... Tal vez porque sería peor, yo estoy convencido de ello. En todo caso, la persecución policial es muy bestia. Si estás tatuado van a por ti, si vistes como un marero van a por ti, si escuchas hip-hop van a por ti... y si hay cuatro chavos en una esquina, ya piensan que son de una banda. Y si no es la policía, van a por ti los mareros, porque o perteneces a una banda, o no tienes nada que hacer, en Guatemala.
¿Se nota el miedo de la gente, por la calle?
Sí, sí... Estamos hablando de que en Ciudad de Guatemala atracan un par de autobuses al día con armas de fuego, y siempre hay muertos. Llegó un momento, cuando yo estuve, en que para evitar los atracos tuvieron que aplicar un operativo militar y meter un soldado armado en cada autobús. Hay barrios de la ciudad en los que la policía no entra.
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