los rojos, siempre los rojos
por Roberto Colorado
En la actualidad los medios de comunicación son considerados como un cuarto poder que ayuda a legitimizar un estado de derecho. Su rol principal es el de fiscalizar y dar a conocer a la población la realidad que se vive dentro de una sociedad, para poder generar y fomentar una opinión publica, pero especialmente para crear una conciencia social dentro de la población.
Sin embargo, en El Salvador, algunos medios se empecinan en ser entes oficialistas que desacreditan todo concepto ideológico que no sea afín al gobierno. Desafortunadamente los medios de comunicación, en especial El Diario de Hoy, jamás serán poderes que legitimicen la democracia en nuestro país, al contrario, se empeñan en opacar su imagen y de especial manera en desinformar a la población salvadoreña, ayudándose de la ignorancia política que se respira en El Salvador, la cual sin duda es fruto de la ardua labor y empeño que dicho medio se ha trazado a lo largo de muchos años.
Para muestra, el editorial del día 1 de Diciembre de 2008 (¿Tienes una casa o un terreno? Los rojos siempre los roban) , donde se exhibe por escrito el terror y la frustración que a estas alturas de campaña electoral se vive por parte de los medios oficialistas del gobierno de derecha. No habiendo otra forma para cambiar las encuestas y sentir de la población salvadoreña se opta por el método tradicional: campaña sucia y de terror, mismo método que se ha venido utilizando en todas las últimas elecciones democráticas. No hay que dudar que el miedo a un próximo y necesitado cambio de gobierno resaltara la necesidad de comprar voluntades, plumas e ideas para manifestarlas de forma escrita en este medio de comunicación. No duden pues, que en lo que resta de campaña se verán editoriales desbocados y sin sentido provenientes desde distintos sectores y partes del mundo, desde pseudos analistas políticos, escritores o inclusive estudiantes de ciencias políticas de universidades inglesas. Por eso, de nosotros y de nuestra educación depende el dejarnos o no engañar.
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